Me decís:
“Todo es demasiado frágil”.
Y yo pienso, sin embargo,
que todo me parece
demasiado sólido últimamente,
lleno de aristas,
de peso, de materia
imposible de atravesar.
Hasta el aire.
Ir de una esquina a otra
del cuarto.
Es como nadar
en una masa
pegajosa y espesa.
Hasta el tiempo.
Se vuelven falsas
todas sus metáforas líquidas:
que se desliza, se derrama.
Pero no.
Hasta el tiempo me parece
demasiado contundente.
Hasta las cosas que no son
hacen sombra,
ocupan un lugar.
Lo que no es
tapa la vista
de lo que podría ser.